miércoles, 14 de noviembre de 2007

PINTORES - PINTURA

La contemporaneidad artística, por muy adscrita que esté a las rizomaticas coyunturas de la tardomodernidad, con sus infinitos lenguajes y compulsivas dinámicas expresivas, nunca podrá dejar de girar en torno a sus constructos históricos. Es bien conocido que los paradigmas del arte actual están sustentados en un imaginario colectivo construido a través de un largo proceso de mimesis y representación; vocación humana, búsquedas de certezas ante una existencia desdibujada por las krisis, que contradictoriamente le permiten seguir pulsando el dinámico contexto de nomadisación cultural.

Las disciplinas del arte, en su desarrollo postvanguardistas han perdido sus contornos y la “no definición” pasó a reemplazar la lógica conservadora de representación por una nueva mirada, “prisma” desde el cual situarnos y disponernos a contemplar el arte en su actual escenario discursivo, a veces inasible e inmodelable para el espectador ansioso de encontrar reflejado su “propio mundo”.

El sur de nuestro país no está ajeno, naturalmente a estos procesos del arte en su transdisciplinariedad, particularmente las nuevas generaciones que generan obras replanteando e interpretando la imagen en nuevos contextos y lenguajes por medio de la experimentación plástica ligada a las tecnologías y a un sin fin de mixturas performáticas.

En este contexto y desafiando el “ruido” de la espectacularidad mediática, los artistas que hoy nos invitan a contemplar sus obras, ¡son pintores! y tienen su génesis en los talleres de la Escuela de Arte de la Universidad Católica de Temuco, los cuales constituyen el creciente y reducido número de jóvenes de nuestro país, que defienden la disciplina de la pintura como plataforma desde donde lanzar sus discursos artísticos.

Responsables de mantener la defensa de esta disciplina, como lenguaje autosuficiente, descansan en la convicción que a través de este medio se puede lograr transmitir los desasosiegos del hombre contemporáneo, sus mundos imaginarios y su vinculación con la naturaleza, logrando metaforizar la objetividad y llevarla hacia la abstracción.

El discurso en cada uno de ellos, a través de los elementos que configuran el oficio y sus estrategias disciplinarias, nacen de una honesta decisión por cuestionar y analizar críticamente los efectos de la globalización y sus efectos deshumanizadores, junto con invitarnos a reflexionar sobre nuestras ansias de trascendencia.

Recuerdo compartir jornadas, durante mi cátedra de pintura, en días de lluvia en la ciudad de Temuco, en torno a un café, una parpadeante estufa y una delirante música que invadía el lugar. Largos y apasionados diálogos, sólo interrumpidos por el frotar insistente y neurótico de un pincel sobre una tela o de una espátula incrustada en una improvisada paleta povera.

El chorreo de los pigmentos de algunos, contrastaba con el rigor técnico de los otros.

El ir y venir de “elementos” diversos que intervenían el lugar creando una atmósfera entrópica y saturada de ansiedad por descubrir y acertar.

Las reflexiones críticas sobre la contingencia, el especulativo análisis de realidades inasibles y la infinita tozudez de defender lo indefendible, solo se veían alterados por una intespectiva huída fuera del taller, quizás en busca del respiro ante lo aún “no encontrado”.

El taller para estos artistas y el tema de la pintura como eje central de su quehacer artístico fue y sigue siendo el crisol en el cual generan, cual alquimistas, sus nuevas estrategias y encuentran en él, el refugio ante la imperativa decisión de decretar sus destinos abrazados a este amor esquivo, de celosos egoísmo y azaroso devenir, como lo es el arte en y desde el sur-austral de nuestro país.

La pintura como lenguaje, para el pintor, es el instrumento de trascendencia en su vida, es el camino y el medio de comunicación entre su propia experiencia y la de los demás, humanizando nuestra cultura y manteniéndola despierta a descubrir y reconocer sus propias contradicciones, carencias y desafíos.

Ceballos, Mora, Norambuena y Paz son parte de una nueva generación que revisa la Pintura, la reinstala y visibiliza desde su condición disciplinar, desde su lenguaje y expresión nimia, desde su acepción primaria y trascendente.

Para ellos una estrategia, para el arte una reivindicación.

Leonardo Cravero González

Licenciado en artes plásticas

Mención Pintura

Universidad de Chile

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